José Antonio Herrera Márquez
EL PRAGMATISMO Y LAS CIENCIAS NORMATIVAS.
Partiremos del esquema de las ciencias que tiene
Peirce. Hay una primera división en 3 ámbitos: matemática, filosofía y física.
La filosofía la divide a su vez en otras tres: fenomenología, ciencias
normativas, y metafísica. Y vuelve a dividir, a su vez, las ciencias normativas
en: estética, ética (práctica), y lógica.
Primero hablaremos de la división que hace Peirce de
la filosofía. Hace coincidir la fenomenología con la primeridad, las ciencias
normativas con la secundidad, y la metafísica con la terceridad. La
fenomenología es todo lo que aparece, es la presencia de los fenómenos, es lo
que hay. Es lo que está ahí, independientemente de cómo yo lo elaboro, de
qué relación tiene con los demás, etc. Las ciencias normativas son lo que
hacemos con lo que hay. No hay secundidad sin primeridad, pues sin lo otro
que yo, no puedo hacer nada. La metafísica es las leyes generales de lo que
hay. Es el imperio de la terceridad.
Nos centraremos ahora en las ciencias normativas,
pero con este esquema sabemos dónde las tenemos encuadradas dentro del
pensamiento de Peirce. Dividimos, así, las ciencias normativas en tres:
estética, ética (práctica) y lógica. Las tres están relacionadas.
Se da una relación entre el yo y el no-yo. Esta
tensión se resuelve por un mecanismo activo, que persigue unos fines. Sin fines
no hay una interacción significativa activa del yo con el no-yo. El no-yo
afecta pasivamente al yo, y el yo se relaciona activamente con el no-yo para
unos fines. No hay medios sin fines, ni fines sin medios. El agente actúa y
padece, es un proceso de conexión viva de la mente con el mundo.
En este proceso de conexión viva de la mente con el
mundo, lo primero es observar las cualidades (primeridad), y este es el ámbito
de la estética. Pero no es ajena del todo a la secundidad, porque hace
cosas. La disposición atractiva de la estética obliga a acciones morales, y
esto es la ética no formalista. La ética es la relación de medios y
fines morales. Es conseguir bienes que son catalogables como buenos y malos
moralmente hablando. Tiene dos lados: la motivación y los efectos de las
acciones. Por eso podemos decir que es deontológica y utilitarista la ética del
pragmatismo. Se trata del impulso de la voluntad para hacer algo, y de los
efectos que ese algo produce. Los fines se eligen, y condicionan la veracidad
de los medios. La veracidad de nuestras motivaciones y la bondad de los fines
que se consiguen o que se persiguen, esto es la ética. Ahora pasamos a la lógica.
La argumentación es algo más, algo que va más allá de lo observable; hay en la
lógica elementos estéticos y éticos. Nuestras teorías tienen implicaciones
estéticas y éticas. Esta terceridad argumentativa contiene elementos de
secundidad ética y de primeridad estética. Cada una de las tres dimensiones
está relacionada con las otras dos, y las contiene de algún modo. No puede
haber pensamiento lógico, si no hay unas observaciones estéticas y una
autorregulación ética. La estética y la ética son condiciones de posibilidad de
la lógica. Por ello, podríamos decir que en la falta de consistencia lógica
siempre hay una inmoralidad, y una ceguera hacia las cualidades estéticas. Por
tanto, para hacer una reflexión, para decir algo, para hacer un discurso, de
las cosas, son necesarias dos condiciones: primero, son necesarias las
cualidades objetivas que el sujeto selecciona en las cosas, lo que es el ámbito
de la estética; después, hay que ver que las cualidades las seleccionamos a
través de unas preferencias que tenemos, y que nos vienen marcadas por unos
fines que nos hemos propuesto. El tema del autocontrol ético es muy importante,
porque es el autocontrol ético el que nos guía y nos hace no perder el camino
hacia los fines.
Podemos ver este tema de otra forma. La ética
práctica debería ser la teoría de la conformidad de la acción a un ideal. Cada
acción tiene un motivo, pero un ideal sólo pertenece a una línea de conducta
que es deliberada. Decir que la conducta es deliberada implica que el actor
revisa cada acción, o cada acción importante, y juzga si desea que su conducta
futura sea así o no. Su ideal es la clase de conducta que le atrae en la
revisión. Si la conducta ha de ser completamente deliberada, el ideal debe ser
un hábito de sentimiento que ha crecido bajo la influencia de un curso de
auto-criticismos y de hetero-criticismos, y la teoría de la formación
deliberada de tales hábitos de sentimiento es lo que debería entenderse por
estética. De acuerdo con esta opinión, la estética, la ética y la lógica forman
un todo notablemente distinto, y la cuestión de dónde han de trazarse las
líneas de separación entre ellas es bastante secundaria. Es claro, sin embargo,
que la estética se relaciona con el sentimiento, la práctica con la acción, y
la lógica con el pensamiento.
-El dualismo de las ciencias normativas.
Para hablar del dualismo de las ciencias normativas,
primero vamos a hablar de su concepto de inclusión. Para Peirce, hay una
relación más básica que la igualdad, que es la inclusión. Que A es igual que B,
nos dice que A está incluido en B, y que B está incluido en A. Pero una
relación dual, no tiene porqué ser de igualdad, sino que puede ser de
inclusión. Si decimos que A está incluido en B, no decimos más que eso, por
tanto, no estamos diciendo que B también deba estar incluido en A. Este
concepto que introduce Peirce es imprescindible para explicar el dualismo de
las ciencias normativas.
La relación del yo y el no-yo, es una relación dual,
pero asimétrica. Es una relación de inclusión. Es aquí donde está la dualidad
de las ciencias normativas. Esto lo vemos en la relación del agente con sus
creaciones: las obras pueden ser logradas o no logradas, dañinas o no dañinas,
y los argumentos pueden ser correctos o no correctos. Y, como hay dos polos, se
da la dualidad. Todo autocontrol implica inhibición y consiste principalmente
en ella. Toda dirección hacia un fin o bien supone autocontrol, y de este modo
las ciencias normativas están completamente infundidas de dualidad.
Vemos que la inclusión está a la base de todo esto,
pues la relación entre los juicios perceptuales y las cualidades generales se
da de esta manera: a través de inclusión. El juicio perceptual está incluido en
la cualidad general, pero no es igual que ella.
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