ENTREVISTA A CARLOS ABRAHAM
Ante todo,
bienvenido a mi humilde blog, Carlos. Encantado de tenerte por aquí. Para
aquellos que no te conozcan aún y para los que te conozcan pero no demasiado,
¿podrías presentarte en unas líneas?
Soy un escritor argentino, nacido en 1975. Vivo en la ciudad de La
Plata. Dedico mi tiempo a escribir, y he transitado por la poesía, el ensayo y
la narrativa. He publicado seis libros de poemas y tres de ensayo. Mis relatos
están dispersos en revistas literarias y antologías; pienso publicarlos en
formato de libro a mediados de 2016. También me dedico a la docencia (soy
Doctor en Letras por la U.N.L.P.) y soy director de la revista Nautilus, la
primera publicación en lengua española dedicada exclusivamente a la crítica e
investigación de la ciencia ficción y la literatura fantástica hispánicas.
¿Cómo fueron tus
inicios en la literatura? ¿Puedes hablarnos un poco de ellos?
Como
lector, se pierden en la noche de los tiempos. Entre mis memorias más tempranas
figura la biblioteca de mi abuelo, que leí por completo y que contenía a
Salgari, a Verne, al Robinson Crusoe,
a La isla del tesoro. Luego tuve la
suerte de contar con una importante biblioteca pública cerca de mi casa. Solía
leer un libro por día. Ya en mi adolescencia, la lectura de La metamorfosis de Kafka me reveló un
nuevo mundo literario.
Como escritor me considero un polígrafo, ya
que me atraen por igual la poesía, la narrativa y el ensayo. A los 16 años
comencé a escribir, y desde entonces no ha transcurrido un solo día en el cual
no haya tomado la pluma, para usar un sintagma cristalizado que ha quedado
anticuado por la evolución de los medios de escritura.
Bueno, si estás
aquí es por tu labor como escritor y como estudioso de la literatura popular.
¿Podrías presentarnos, brevemente, tus obras más importantes, tanto en un
terreno como en otro?
En el ámbito de la poesía soy autor de Rito de iniciación (1993, reeditado en 2005), Fuera del tiempo (1995, reeditado en 2014), Noche de trovadores (1998), Crisálidas
(2000), A la sombra de gárgolas
(2003), En la noche de los tiempos
(2006) y Oquedades del sueño (2015).
Tengo relatos dispersos en revistas literarias y antologías; tengo pensado
reunirlos próximamente en un volumen.
En el campo del ensayo,
me he dedicado a estudiar ciertos géneros que siempre me han entusiasmado: la
ciencia ficción, el terror y la literatura fantástica. Mis obras en este campo
son Borges y la ciencia ficción
(2005, reeditado en 2010), Estudios sobre
literatura fantástica (2006), La
editorial Tor: medio siglo de libros populares (2012, reeditado en 2015), Las revistas argentinas de ciencia ficción
(2013), La literatura fantástica
argentina en el siglo XIX (2013), Lovecraft
en Argentina (2015), Las historietas
argentinas de ciencia ficción (2015) y La
editorial Acme: el sabor de la aventura (en prensa).
También he compilado
algunas antologías: La Argentina
fantástica (2008, 2 vol.), Cuentos
fantásticos argentinos del siglo XIX (2013), Historias inverosímiles (2014) y Cuentos fantásticos argentinos 1900-1960 (en prensa).
¿Cuáles son tus
influencias, en general, a la hora de escribir? ¿Tienes algún autor preferido?
Quizá
usaría el término "alimento espiritual", ya que
"influencia" suena muy determinista. Muchos autores me han atraído a
lo largo del tiempo. Algunos continúan resultándome significativos y otros han
dejado de interesarme a medida que evolucionaban mis gustos. Mencionaré a
Marcel Schwob, Jorge Luis Borges, Juan Filloy, Franz Kafka y H. P. Lovecraft.
También a dos nombres tan disímiles como Poe y Cervantes, de los cuales un
lector atento puede aprender todo lo referido a técnica literaria. En el campo
de la poesía, mis favoritos son Eliot, Góngora, Rimbaud y Edith Sitwell. De
nuevo, nombres muy distantes entre sí, pero que comparten la originalidad y la
maestría lírica.
¿Qué obras tuyas
podemos encontrar en España?
Cuatro
libros. Borges y la ciencia ficción,
publicado en 2010 por el Grupo AJEC. La
literatura fantástica argentina en el siglo XIX y Cuentos fantásticos argentinos del siglo XIX, publicados en 2013
por Francisco Arellano, dentro de la colección "Biblioteca del
Laberinto". Y por último, La
editorial Tor: medio siglo de libros populares, editado en 2015 por José
Vicente Serrano.
Según Francisco Arellano, antes de fin de
año aparecerán otros dos libros. Cuentos
fantásticos argentinos 1900-1960 será la continuación natural del volumen
sobre el siglo XIX. El proyecto es ir cubriendo, paulatinamente, lo más
destacado de la producción argentina. El segundo libro será mi edición crítica
de Historias inverosímiles de
Raimunda Torres y Quiroga, una cuentista del siglo XIX que escribió cuentos
macabros y fantásticos con el seudónimo Matilde Elena Wili, y a la que descubrí
en mis investigaciones en olvidados periódicos. Además de compilar esos relatos
dispersos, he redactado el estudio preliminar y las notas a pie de página,
imprescindibles para la comprensión cabal de ciertas alusiones. Ya ha aparecido
la edición argentina de dicho libro, por lo que la de Arellano sería la
segunda. O la primera española, como se prefiera.
Eres un gran
conocedor de la literatura de ciencia ficción argentina, casi desconocida en
España, ¿qué nos puedes contar sobre ella?
Existen
alrededor de 2000 (dos mil) libros de ciencia ficción, literatura fantástica y
terror escritos en Argentina durante los siglos XIX, XX y XXI. Algunos de ellos
han tenido poca difusión, debido a haber sido autofinanciados o publicados en
las provincias.
Los primeros textos datan de 1756. Son
manuscritos de jesuitas cordobeses, realizados en el marco de los certámenes
literarios de la orden. En “El primer trazo de una mala noche” un monje recibe
la visita de espectros que lo hacen descender al infierno para que contemple
todo lo que ahí sucede. En “Sueño poético”, el mago Merlín lleva al
protagonista a recorrer planetas del sistema solar. Se habla del cielo de los
poetas, donde habitan, entre otros, Homero, Virgilio y Dante. En un rasgo
humorístico, los viajeros ven que un arcángel con una espada llameante expulsa
a esos grandes poetas. Cuando el jesuita pregunta a Merlín el motivo, éste
responde que es "para dar lugar a poetas más grandes aún". "¿Y
cuáles son?" La irónica respuesta es: "¡Los jesuitas
cordobeses!".
Durante el siglo XIX, Eduardo Holmberg
escribió Viaje maravilloso del señor Nic
Nac (1875), sobre un viaje al planeta Marte, y Horacio Kalibang o Los autómatas (1878), sobre la fabricación de
robots. Raimunda Torres y Quiroga, bajo el seudónimo Matilde
Elena Wili, publicó numerosos cuentos fantásticos y terroríficos en periódicos
y revistas literarias. Tenían una orientación feminista, dado que solían
presentar venganzas de ultratumba realizadas por los espectros de mujeres
asesinadas por sus maridos. Otro autor destacable es Aquiles Sioen, quien en
1879 publicó la utopía futurista Buenos
Aires en el año 2080, donde imagina los avances tecnológicos y sociales que
habrá en nuestro país en esa remota fecha. Otro, Eduardo de Ezcurra, un
descendiente de Juan Manuel de Rosas quien en 1891 publicó En el siglo XXX, una sátira de la sociedad argentina ambientada de
modo alegórico en el año 3000, lo que le permite hipertrofiar los vicios y
defectos que eran perceptibles en el siglo XIX. Podría seguir largamente
enumerando autores, ya que el período mostró un auge fascinante del fantástico
y de lo misterioso.
Ya en el siglo XX, a partir del modernismo
se presta mucha atención a la renovación temática y formal. Por su carácter
novedoso crece entonces la literatura fantástica y de ciencia ficción. Leopoldo
Lugones publica en 1907 el libro de cuentos “Las fuerzas extrañas”, al que
Borges reconoce como una de sus principales influencias. Revistas como “Caras y
Caretas” y “Fray Mocho” publicaban todas las semanas dos o tres cuentos de
horror, fantásticos o de ciencia ficción.
Helvio
Botana, por ejemplo, alumbró en 1947 “Cuentos de ángeles y demonios”. También
hubo novelas de ciencia ficción pronazis. Franz Mansfeld, el geólogo que había
rebautizado a la rodocrosita (nuestra piedra nacional) como Rosa del Inca,
escribió en 1946 “En 11 días al planeta Mercurio”. Es la historia de un grupo
de sabios argentinos que viaja en la astronave Patagonia a ese planeta. Víctor
Juan Guillot produjo cuatro tomos de relatos fantásticos; Baldomero Flasitor
publicó “Una utopía futurista” y “La República de Tupungania”; y de Alberto
Brun, en 1946, salió “El interplanetario atómico”.
Hubo
varios factores que impulsaron la ciencia ficción y el fantástico en el país.
Primero, la difusión en el país de obras extranjeras. Después, que los temas se
pusieron de moda a partir de la carrera espacial. Y, finalmente, la influencia
que ejercieron autores como Cortázar, Borges y Bioy Casares sobre el resto. Los
dos primeros se volcaron al fantástico y Bioy se sumergió en la ciencia
ficción. “La invención de Morel” es de 1940.
Por
último, mencionaré que durante el Onganiato y el Proceso Militar 1976-1983 se
produjo un fenómeno interesante. Autores como Angélica Gorodischer y Eduardo
Goligorsky, entre otros, publicaron libros contra el régimen, pero al estar
ambientados en el futuro y en planetas exóticos pasaron inadvertidos para la
censura. Se los consideraba “literatura escapista”. Lo cierto es que la ciencia
ficción de los años 60 y 70 se convirtió en un espacio de resistencia contra la
situación política.
Otro tema que no
podíamos dejar sin tratar, por supuesto, es tu revista Nautilus: una revista
dedicada a la literatura de ciencia ficción. ¿Qué tal fue la experiencia?
Fue
la primera (y hasta ahora única) revista dedicada a la investigación e historiografía
sobre ciencia ficción hispánica. Se originó debido a que constaté la falta de
estudios serios en el tema. Hacía énfasis en el ámbito argentino, pero también
incluía numerosos ensayos sobre el contexto español y latinoamericano.
Aparecieron 15 números entre 2004 y 2009. Contenía ensayos sobre la ciencia
ficción antigua y actual, índices comentados de los textos del género
aparecidos en diarios y revistas, entrevistas a autores y coleccionistas, etcétera.
En la medida de lo posible, cada número contenía un monográfico sobre un país
respectivo. Así, aparecieron ensayos como "La ciencia ficción en
Colombia", "La ciencia ficción en Chile", "La ciencia
ficción colombiana", y así sucesivamente. Ello permitió crear un mapa del
género en el ámbito hispánico, una cartografía que pudiese servir a futuros
investigadores.
El cierre de la revista se debió a la falta
de gente con conocimientos sobre el género y que hubiera escrito sobre el tema.
Para los primeros números pude conseguir algunos ensayos, pero en los últimos
yo me había vuelto casi el autor exclusivo de la revista. Y pienso que una
revista debe ser un empeño colectivo y no individual. Por ello, decidí cerrarla
y dedicarme a la escritura de libros.
Es muy difícil
encontrarla en papel, sobre todo en España. ¿Has pensado en recuperarla con una
edición digital, para abrir las fronteras a nuevos lectores?
La
revista tuvo su tiempo, y dentro de su tiempo cumplió su función. Por otra
parte, lo virtual no tiene el mismo encanto que la edición en papel.
¿Algo que
quieras añadir?
Que
la literatura fantástica y la ciencia ficción han sido géneros que, desde niño,
han poblado mi imaginación y han enriquecido mi mundo interior. Sus
especulaciones, su construcción de mundos alternativos, sus paradojas, sus prodigios
y su ruptura de esquemas ya se han vuelto parte de mí. Creo que nadie debe
resignarse a no transitar este acervo de sueños de la raza humana.
Y, bueno, poco
más, muchas gracias por tu tiempo, este blog es tu casa, esperamos poder contar
contigo para entrevistas futuras.
Ha
sido un placer.
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ResponderEliminarHola.
ResponderEliminarComento para decirte que te he nominado al premio Liebster Award. Espero que puedas y te animes a participar.
Aquí puedes encontrar los pasos a seguir: http://librosrecomendados132.blogspot.com.es/2015/08/premio-liebster-award.html
¡Un saludo!
Te agradezco muchísimo la nominación, y me paso ahora por tu blog. Gracias!!
EliminarMe alegra mucho saber de Carlos Abraham, es un amigo querido y un erudito en cuanto a la literatura de ciencia ficción :D
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