Arrow (reseña).

Ayer terminé la tercera temporada de Arrow, que parece que va a ser la última, al menos en un largo tiempo. He de decir que me ha encantado, y me ha sorprendido mucho. No me esperaba una serie tan trabajada, sino algo mucho más simple, pero me he encontrado con un producto televisivo de bastante calidad.

La serie narra la vida de Oliver Queen, un joven millonario que naufraga en un barco con su padre. Después de pasar varios días a la deriva en una balsa con él, su padre le cuenta que no es quién él cree y que le ha fallado a su ciudad. Le da una lista con los nombres de todas las personas que le han fallado a la ciudad y que han conspirado contra ella, aunque no le dice cómo. Su padre se suicida para que él sobreviva, ya que no hay comida ni bebida suficiente para ambos. Antes de eso, le pide que arregle sus errores cuando consiga salir de allí.

Después de cinco años en una isla desierta, Oliver es rescatado por un barco pesquero y regresa a su ciudad, donde todos le creían muerto. Pero esos cinco años le han convertido en un arquero y en un arma. Una vez en su ciudad, se convertirá en Arrow, un justiciero dispuesto a enmendar los errores de su padre y a eliminar a todos los de la lista. Poco a poco irá descubriendo toda la trama que se esconde tras esa lista.

La serie va contándonos, al mismo tiempo, las aventuras de Arrow y todo lo que vivió en esos cinco años en la isla.

Una serie divertida y bien trabajada. Totalmente recomendada. Para mi gusto, la temporada más floja es la segunda, aunque al final se pone bastante bien. La primera y la tercera temporadas son geniales. No os la perdáis.

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